Personas interesantes

domingo, 14 de junio de 2015

Dehesa de Conejeros (Cáceres) 1 de 2












Al principio fueron las cigüeñas. Llegan puntualmente a su cita y recrecen los nidos que ya existen en la peculiar torre de ladrillo que veo desde mi casa asomándose entre unos pinos cercanos. Después fue esta torre la que me atrajo como un imán. De vez en cuando paseo por los alrededores, donde la ciudad se convierte en campo, o al revés, y compruebo con lástima cómo la casa se rinde a los meteoros y cómo avanza la ruina, historia abandonada, en manos de los indeseables de siempre que pintan, esquilman y destruyen por el mero hecho de ratificar su estulticia. Y las ruinas -¿qué es más hermoso que las ruinas de la belleza?- atraen como la luz en la oscuridad. Lo que me lleva a los libros, como siempre.

El lugar aparece en los libros y mapas como Dehesa de Conejeros. Ésta es -era- una de esas explotaciones pecuarias que, ubicadas en el entorno inmediato de Cáceres han ido cayendo poco a poco en desuso.

Leo en el Nuevo Libro de Yerbas de Cáceres que Alfredo Villegas escribiera en 1915 –¿quién no tiene a mano un Libro de Yerbas?- que este paraje se llamaba en el siglo XVII Arenal de Francisco de Ávila. O sea, que ya existía entonces, aunque las construcciones actuales parecen ser del XIX. Cita Villegas que esta dehesa de pasto y labor de 500 fanegas, cuenta una casa con dos pisos y 15 habitaciones, tinado para 20 reses, dos cuadras, otras dos casa pequeñas para los pastores, zahúrdas para 50 lechones, una huerta de media fanega, dos cercas de seis y 12 fanegas y una charca abrevadero. Además, hay hermosas zonas de recreo, jardines, cocheras, un señorial oratorio, pozo y otra casa de cuatro habitaciones destinada a gallinero, pavera y palomar. Ahí queda eso. Y todo estaba en pleno esplendor en los años 1960.

En el conjunto actual se distinguen diversas dependencias de carácter rústico de clara orientación ganadera y otros tantos nuevos volúmenes añadidos, algunos a mediados del siglo XX, que debieron de hacer del lugar una cómoda residencia.


Dejamos para otra entrada los esgrafiados y un peculiar misterio…

martes, 2 de junio de 2015

El Rollo de la Villa de Cabañas del Castillo (Las Villuercas, Extremadura)



El espectacular entorno en el que se ubica Cabañas del Castillo, escoltado por dos colosos pétreos en una de las zonas más llamativas de Las Villuercas, ha suscitado innumerables textos e imágenes. Sirvan las dos superiores como ejemplo para ilustrar dicho entorno. Ambas están tomadas desde ángulos completamente opuestos. En la imagen superior se aprecia el pequeño pueblo y el castillo sobre uno de los picos. La inferior, en blanco y negro, muestra el valle del Almonte desde un lugar próximo al pico de la Villuerca. Cabañas se localiza en la base de los dos "pequeños" gemelos rocosos que se aprecian en segundo plano a la izquierda de la imagen. Abajo, una imagen de parte del castillo dominando el paisaje. A sus pies y sobre el caserío, se yergue la iglesia parroquial de Santa María de la Peña.



Ante tanta maravilla, me centro en una menor, que suele pasar desapercibida: el Rollo de la Villa.


Este histórico hito se localiza en la plaza de don Juan de Ureta, una coqueta plazoleta de la parte alta de la localidad.

El rollo siempre ha estado aquí, conserva su ubicación primigenia dominando el amplio alfoz de Cabañas del Castillo.










Se trata de un rollo sencillo, construido enteramente con ladrillos, algo peculiar porque lo normal es que rollos y picotas sean de granito. El fuste cilíndrico, que ha perdido en buena parte el enlucido, se apoya sobre cuatro peldaños circulares, el primero a ras de suelo.



En la parte superior destacan cuatro salientes de hierro forjado de tosca factura que representan las cabezas de otros tantos reptiles de aspecto amenazantes. Sobre ellos, un capitel con una par de molduras de ladrillos vistos y un casquete semiesférico que corona el conjunto.
Los ladrillos sugieren un estilo mudéjar que apunta a la herencia medieval beréber del pueblo.

La presencia de un rollo como este denota cierta importancia. Según leo a Carmen Fernández Daza, el lugar de Cabañas fue adquirido por la Tierra de Trujillo en 1272, pero esta histórica localidad no ejerció su jurisdicción, probablemente por existir cierta una distancia considerable entre ambos lugares. En la segunda mitad del siglo XIV, el rey Enrique II de Trastámara cedió la villa al conde de Oropesa separándolo definitivamente de Trujillo.
De este devenir histórico surge la copla popular que defiende la importancia de Cabañas como unidad territorial:

      Cabañas con su castillo,
      aunque es pequeña ciudad;
      no está sujeta a Trujillo
      ni tampoco a Logrosán.

Lo cierto es que Cabañas fue una influyente población, hoy venida a menos. Pero con una herencia más que notable. Basta comprobar la actual toponimia de la comarca. Fue cabecera del feudo de los poderosos Álvarez de Toledo, Señores de Jarandilla y Condes de Oropesa...


Por cierto, aunque se parezcan, un rollo no es lo mismo que una picota. Éstas tienen fines punitivos y servían para sujetar a un reo al que se le infligían castigos físicos. El rollo tiene origen posterior y nace con el propósito de distinguir y hacer pública la condición de villa de un lugar y por tanto su autonomía para aplicar y hacer cumplir la ley en nombre de la institución o persona que ostenta la jurisdicción.

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