Personas interesantes

domingo, 29 de marzo de 2015

Campillo, un oasis desolado (y II)



Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora
campos de soledad, mustio collado…


(...) por tierra derribado
yace el temido honor de la espantosa
muralla, y lastimosa
reliquia es solamente
de su invencible gente.
Sólo quedan memorias funerales
donde erraron ya sombras de alto ejemplo
este llano fue plaza, allí fue templo;


de todo apenas quedan las señales.


¡oh fábula del tiempo, representa 
cuánta fue su grandeza y es su estrago!


Todo desapareció, cambió la suerte
voces alegres en silencio mudo;
mas aun el tiempo da en estos despojos
espectáculos fieros a los ojos,
y miran tan confusos lo presente,
que voces de dolor el alma siente, (...)



Mas ¿para qué la mente se derrama
en buscar al dolor nuevo argumento?
Basta ejemplo menor, basta el presente,
que aún se ve el humo aquí, se ve la llama,
aun se oyen llantos hoy, hoy ronco acento; (...)


(...) ya de laurel, ya de jazmines,
coronados los vieron los jardines,
que ahora son zarzales y lagunas.
La casa para el César fabricada
¡ay!, yace de lagartos vil morada;
casas, jardines, césares murieron,

y aun las piedras que de ellos se escribieron.




Muestra de su sepulcro algunas señas,
y cavaré con lágrimas las peñas
que ocultan su sarcófago sagrado;
pero mal pido el único consuelo
de todo el bien que airado quitó el cielo
Goza en las tuyas sus reliquias bellas 
para envidia del mundo y sus estrellas.




Los textos son de Canción a las ruinas de Itálica, un desgarrador poema que acude a mi mente cada vez que contemplo las imponentes ruinas de la belleza. Su autor es el poeta e historiador andaluz Rodrigo Caro, un autor poco conocido del Siglo de Oro.


domingo, 22 de marzo de 2015

Campillo, un oasis desolado (I)








El Campillo, a 20 km de Cáceres, en la carretera de Badajoz, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura residencial decimonónica en en entorno de la sierra de San Pedro cacereña.
La casa principal, y las numerosas edificaciones destinadas a fines agropecuarios que la acompañan, fueron construidas cuando el siglo XIX tocaba a su fin en un estilo ecléctico historicista como se aprecia sobre todo en la capilla. La casa principal es un elegante edificio prismático de dos alturas. Las falsas bóvedas y los arcos apuntados que proliferan en el interior creaban un ambiente pseudomedieval. Rodeando el zaguán y acompañando a las airosas escaleras de cantería que comunican con el piso superior se conserva una bella cenefa esgrafiada. La misma técnica se emplea para inmortalizar los blasones familiares en el hueco de la escalinata.
El abandono al que ha visto sometida la propiedad, y el consiguiente el pillaje por parte de los desaprensivos habituales, han hecho estragos en el armonioso conjunto que ha acabado en la ruina en poco tiempo. Saqueadores sin escrúpulos han desmantelando cualquier elemento de valor como las piezas de forja que cerraban terrazas y ventanas, las balaustradas de la escaleras, los recercos de sillería de las puertas o los numerosos azulejos que realzaban la casa y buena parte de los elementos decorativos de alrededor. En el entorno inmediato de la casa existían amplios espacios ajardinados -a los que dedicamos la siguiente entrada  para glosar su ajada belleza decadente- de los que apenas quedan vestigios en forma de palmeras, árboles ornamentales, escalinatas o portadas decorativas. Todo un paisaje artificial muy al gusto de la alta sociedad de aquel entonces.
La capilla es una hermosa construcción con elementos goticistas, muy grande para ser una ermita de ámbito privado, de planta alargada con bóvedas de cañón apuntado, al igual que la portada de acceso. El interior aparece completamente desolado. 
Las numerosas dependencias rústicas que proliferan en el entorno, hablan de la importancia productiva de la propiedad más allá de una simple finca de recreo, con cocheras, cuadras, pajares, zahúrda, casa de guardas...

viernes, 13 de marzo de 2015

Cementerio de Montánchez, vistas al paraíso



"¡Toda la extensión de mi reino por una pequeña sepultura, 
una pequeña, muy pequeña sepultura, 
una sepultura ignorada!"
 (W. Shakespeare) (?) 




"El lugar lógico para encontrar una voz de otros tiempos es un cementerio de otros tiempos
(H.P. Lovecraft)




"Depositadla en la tierra, y que de su carne virgen e impoluta broten violetas" (W. Shakespeare)





 "Templo de la verdad es el que admiras. 
No desoigas la voz que te advierte 
que todo es ilusión menos la muerte. 
Mansión es esta de silencio y calma. 
Ve, sólo al hombre pecador aterra. 
Aquí vuelven los cuerpos a la tierra 
y a nueva vida se despierta el alma".

(Inscripción que reza en la portada de acceso al camposanto de Montánchez)



El antiguo cementerio de Montánchez se entierra en la roca viva.
 En la misma donde se ancla la impresionante fortaleza almohade que dominó durante siglos esta zona del centro de Extremadura. 
En una de esas sepulturas de ubicación imposible (primera imagen), con las mejores vistas,
 reposan, desde hace casi un siglo, los restos de dos de mis bisabuelos. 
...camino de un cementerio aislado, mi corazón, como un tambor cubierto de crespones, va redoblando una marcha fúnebre, escribió Baudelaire. Yo lo veo como un canto a la vida. 
Y ya está.

jueves, 5 de marzo de 2015

Columna de Alcántara, en Alburquerque








Esta simbólica marca resulta muy fácil de ver. Se levanta a pocos kilómetros de Alburquerque, junto a la carretera que une esta localidad con Herreruela.

La conocida como columna de Alcántara se yergue en este cruce de caminos desde el siglo XVI para demarcar, con orgullo y poderío, las posesiones de esta Orden, o mejor dicho la de una de sus más poderosas encomiendas, la de Piedrabuena que se extendía por 17.000 hectáreas de buenos pastos y dehesas, gobernadas por un espectacular castillo que merece otra entrada.

De la docena que actúan como hitos marcando el territorio, esta es la más conocida y la más llamativa. Se aprecia una corona en su cúspide y, en el fuste, destaca el escudo del Comendador -don Francisco Enríquez de Almansa (1475-1541), marqués de Alcañices y Valderrábano- sobrepuesto sobre la cruz flordelisada de la Orden en el fuste.

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